Swift

Adiós perritos, adiós

La última semana en Tarragona fue genial. Hizo buen tiempo, estuve mucho con mis perros y pudimos visitar un par de sitios que tenía en mi lista de pendientes. Tuvimos que descartar Port Aventura, pero no me arrepiento.

Tomando ideas para mis tierras

El viernes por la tarde fuimos a Parc Samà, que son los jardines de una antigua casa de un señor con mucho dinero por explotar tierras (y personas) en otros continentes. Yo espero no ser nunca rica a base de explotar a nadie pero ojalá tener el patio de este hombre... Había pavos reales sueltos y otras muchas aves no tan sueltas y también gamos a lo que pudimos dar de comer a través de la valla. Bueno, ahora que lo pienso, mi jardín sería grande y bonito pero no tendría animales encerrados en él. A lo mejor es que yo no sirvo para ser rica, aunque tampoco podré demostrarlo si nadie me da una oportunidad. En fin, me estoy desviando del tema.

El caso es que, seres vivos explotados a parte, los jardines están muy chulos. Tienen cuevas artificiales, varios miradores, un lago grande, plantaciones de cañas de azúcar... nos gustó un montón. Lo que más me decepcionó personalmente fue que la casa no sea visitable porque yo creo que debe de ser preciosa por dentro. O al menos lo fue en su día.

Disfrutando de animales encerrados como la hipócrita que soy

El sábado por la mañana tomamos el sol en el embalse y Sergio se atrevió a bañarse en sus heladas aguas. Después fuimos a comer al restaurante del pueblo, que yo llevaba más de dos meses posponiéndolo, y no estuvo mal. Pero claro, después de las paellas que nos habíamos metido las semanas anteriores entre pecho y espalda hay que reconocer que el listón estaba alto.

El domingo lo dediqué a dar mimos a mis perritos y llorar a ratos. Por la noche bajamos al pueblo a casa de Al y Griselda, que nos invitaron a hacer pizzas caseras y la verdad es que nos lo pasamos muy bien y me distraje un rato. Les deseo lo mejor en su proyecto y ojalá poder pasar a ver los cambios en un futuro.

Ya el lunes por la mañana llegó el inevitable momento. Antes de que os pongáis quisquillosos: SÍ, también me da pena despedirme de mi novio pero yo sé que a él le vuelvo a ver en pocas semanas y tenemos muchísimas cosas nuevas esperándonos. Lo que realmente me dolía era dejar atrás la rutina que habíamos creado entre los cinco y abrazar a mis perritos por última vez.

Yo he sido casa de acogida de gatitos bebé en Rivas durante mucho tiempo y siempre se me ha hecho duro el decirles adiós, pero nada comparado con lo de ser House Sitter. Tras dos meses y medio pasando las 24h del día junto a los tres perros se me hacía terrible el pensar en no volver a verlos. Afortunadamente saber que les he dejado en las mejores manos ayuda bastante. Además, sé que tienen unos dueños deseando reunirse por fin con ellos y que eso va a hacerles muy felices a todos, yo sólo he sido una parte en el proceso.

Me considero una persona acostumbrada a las amistades temporales, pero con los humanos es más fácil porque si mantienes el contacto puede incluso que volváis a encontrar una ocasión para veros. Por desgracia Beau no tiene un Instagram en el que yo iré siguiendo todas sus aventuras; no sabré si tiene que ir al veterinario o si le han llevado a bañarse al mar. Tampoco puedo pedir a Mark que me envíe fotos de SUS perros de manera infinita porque seguramente el hombre me mandaría a la mierda con toda la razón del mundo.

A happy family

Conclusión, no me queda más que agradecer. He sido muy feliz durante estos meses y me alegro muchísimo de haber formado parte de esa familia temporal en la que nos hemos querido tanto en tan poco. Me ha encantado ser Sitter y estoy segura de que antes o después volveré a hacerlo ¿Lloraré en todas y cada una de las despedidas? Seguro ¿Vendré aquí a contároslo? Por supuesto ¿Pasaréis a leerlo? Pues eso ya no lo sé pero, por si acaso, gracias.

Estela.

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