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Les Patins



Le he dado muchas vueltas al hecho de si debería empezar contándoos nuestra semana en el nuevo WorkAway o empezar por la historia de este lugar. He decidido que la segunda opción es la correcta porque, a parte de ser más interesante, creo que la manera en la que miras las cosas - y las personas - puede ser muy diferente si conoces su pasado, su porqué.

La historia de Les Patins comenzó hace poco más de una década, en el año 2009, cuando Yves y su mujer compraron una granja prácticamente en ruinas con la idea de reformarla y convertirla en su hogar. Para poder hacerlo, primero se construyeron una roulotte de madera con todas las comodidades de una casa comprimidas en 20 metros cuadrados. De esta manera, podían vivir en la caravana mientras reconstruían el edificio al lado. El terreno es enorme y la casa también, con tres plantas llenas de habitaciones grandes. Y dos cocinas, para que os hagáis una idea.

Al poco de llegar, compraron un precioso pastor australiano que se llama Flipper y no se separa de su dueño. Un par de años después llegó Leo, el gato más grande y cariñoso que he visto en mi vida y vosotros sabéis que he visto muchos. También trajeron algunos caballos, ovejas, gallinas y patos e hicieron un huerto. Además, a la mujer de Yves le interesa la aromaterapia así que hay plantas olorosas por todo el jardín: lavanda, menta, verbena y otras cuantas que no sé distinguir todavía. También cubrieron la fachada con rosas e hibiscos.

Construir la casa y trabajar era demasiado así que Yves decidió dejar el trabajo y dedicarse plenamente a dar forma a su hogar. Dice que así pudo disfrutar mucho más del proceso y nos cuenta que daban muchas fiestas en el jardín; siempre había gente en casa que venía a ayudarles. Y fue así como decidieron empezar a acoger voluntarios, gente de todas partes que venía a contribuir en la construcción a cambio de techo y comida.

Sin trabajo y con el proyecto en buen camino, Yves encontró que era un buen momento para tener un bebé. Algo que hasta ahora no se había planteado con sus mujeres anteriores por falta de tiempo. Y fue así como hace 7 años que llegó Robin, una bola de energía que no sabe lo que son los zapatos.

El año pasado se cumplían 10 años del inicio de este loco proyecto de familia. Sin embargo, las cosas cambiaron. La mujer de Yves se fue y se llevó con ella a Robin, que ahora viene cada dos semanas a pasar el fin de semana con su padre. Los caballos murieron, las ovejas se han escapado y Flipper está tan mayor que apenas sale más allá del porche.

La vida de Yves ha cambiado mucho en los últimos meses. Dice que ya no tiene las ganas de antes por seguir con la casa y que todo está hecho un ‘bordel’ (lío o desastre en francés). Pero lo dice riéndose. Y es que desde el primer momento que pisamos esta casa, no oímos más que su risa. Yves es un fenómeno. Cocina de maravilla y no deja de bromear, quiere compartir lo que sabe y aprender de los demás.

Cuando llegamos nos dejó un albúm de fotos para que viésemos cómo era el edificio antes, o eso creímos nosotros. Al abrirlo nos encontramos con algo mucho más especial: un libro que cuenta la historia de esta casa. Con fotos de todos los que han pasado por aquí, de las fiestas, de los problemas que encontraron por el camino, del embarazo y de su amor como familia. Un libro que le regaló la mamá de Robin cuando se fue, un detalle muy especial y personal que Yves ha querido compartir con nosotros.

Sinceramente, no sé cuál es la finalidad de compartir su historia de esa manera con extraños como nosotros, pero desde luego ha conseguido que Sergio y yo sintamos desde que llegamos que estamos en un sitio que se ha construido desde el amor y la ilusión, y que queramos cuidarlo y formar parte de él con muchísimo cariño. Ya os contaré qué es lo que hacemos por aquí pero ya os aviso que eso ahora es lo menos importante.

Estela.

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