Las segundas partes nunca fueron buenas. Y aunque lo sean, si la primera vez que haces algo es maravilloso, todo lo que venga después te sabrá a poco. No sé si esto se puede aplicar a todo en la vida, pero a muchas cosas seguro que sí. Al menos a mí experiencia en Lavapiés, sí.
Rumi mirando los pajaritos del amanecer |
Dejé casa la casa de Patri y me fui unos días con mi familia. Mi horario nocturno no me dejó disfrutar demasiado del sol y la pisci, pero aproveché para ver gente bonita de allí y a mi coche, que lo tengo abandonadísimo al pobre.
Luego volví a Lavapiés, a un par de minutos del portal en el que estaba antes, esta vez gracias a la web de TrustedHouseSitters. La casa es genial y Rumi, el gato al que tengo que cuidar, es un sol. Además llevo mucho mejor la rutina nocturna cuando vivo sola, sin riesgo de molestar y pudiendo levantarme cuando quiero, comer cuando me lo pide el cuerpo, etc.
Los primeros días fueron geniales, planes por aquí y por allá. Pero apenas había pasado una semana cuando me confirmaron que había tenido contacto con un positivo en COVID. Conclusión: 10 días de aislamiento.
El lado bueno es que me libré de la enfermedad. El lado malo es que de los 25 días que tenía en Lavapiés, casi la mitad no he podido salir de casa. Pero bueno, son los tiempos que nos ha tocado vivir y además hay gente con situaciones mil veces peor que la mía, así que intento no quejarme más de la cuenta.
Ahora ya estoy liberada y a tope de planes para aprovechar los últimos días aquí. Además, tengo bastante claro que el mes de agosto estaré encerrada en Rivas acondicionando mi nuevo hogar y cuidándome del virus, mi objetivo ahora es poder vacunarme por fin e irme de vacaciones en septiembre a Italia con mis amigas como hemos planeado.
Además, por mucha pena que me dé dejar el centro, no puedo evitar estar emocionada por lo que se viene: mi propia casa. Estas semanas he elegido el color de las paredes y estoy deseando ver cómo han quedado con mis propios ojos.
He decidido que plasmaré todo el proceso también en este blog y a esa aventura la llamaré Independencia. Me gusta la palabra, supongo, y le tengo ganas. Hasta entonces, gracias por pasaros y cuidaos mucho,
Estela.