Swift

Una semana muy corta


Hoy os escribo desde una especie de paraíso del que no me quiero ir. Cuando decidimos reservar sólo una semana en este WorkAway bromeábamos con la idea de que fuese el mejor de todos y nos diese rabia que fuese tan corto. Dimos en el clavo.


El lunes por la mañana nos despedíamos de Yves para poner rumbo a Pont Saint Esprit, un pequeño pueblo de la Provenza. De camino paramos a comer en Valence, una ciudad más bien feíta pero supuestamente con una gran gastronomía. No os lo puedo confirmar porque llegamos tardísimo, todo estaba cerrado y acabamos en el Burger King. Triste pero cierto.


Por la tarde llegamos a nuestro destino: la casa de Marie Anne y Ludovic, una pareja tan simpática y llena de paz que no os lo puedo explicar. Desde el primer momento encajamos los cuatro, nos reímos mucho durante la primera cena y nos contaron cosas muy interesantes sobre su vida. Incluso nos invitaron el miércoles a su clase semanal de risoterapia, una actividad que yo tenía pendiente probar y nos lo pasamos muy muy bien.


A lo largo de esta semana todo ha sido en la misma línea, muchas bromas e intercambios interesantes. Nos preguntan, nos escuchan, nos aconsejan y comparten sus experiencias con nosotros, incluso me estuvieron enseñando fotos antiguas. Hay gente que encuentra esto un coñazo pero yo lo disfruto hasta el infinito porque si alguien me abre una ventana a su vida, yo me voy a asomar todo lo que pueda.


El trabajo también ha sido el más agradable de todos. Ayuda ligera en el huerto, limpiar patatas, cocinar tortilla de patata… ¡y Sergio ha construido una pequeña cuadra! Además pasear a los perros por la mañana ha contado como parte de mi trabajo y yo en realidad lo he hecho tan feliz que me he ofrecido el fin de semana también porque no quería parar.


Por si todo esto fuese poco, me asomo a la ventana y VEO CABALLOS. Salgo al patio y a 20 segundos de mí HAY CABALLOS. Camino 15 minutos por unos viñedos y TOCO CABALLOS ¡¡He paseado caballos con una correa!! Para quien no me conozca: yo amo los caballos. Me parecen animales increíbles y muy pocas veces en mi vida he tenido la oportunidad de disfrutarlos. De hecho, nunca antes había estado rodeada de caballos que se acercasen a recibir caricias mías.


Para rematar, ayer fuimos a hacer unas rutas y conocimos a una señora de Murcia que nos invitó a su casa a tomar café.


La familia al completo


En resumen, que estoy en la gloria bendita y sólo de pensar en que mañana me tengo que ir quiero llorar. Esta semana ha sido una de las mejores experiencias de mi vida y mi granja favorita hasta el momento sin duda. Me quedo con este buen recuerdo para siempre y la esperanza de volver a encontrar algo así en el mes que nos queda por Francia. Ojalá poder venir siempre a contaros cosas así de bonitas y, por supuesto, conocer las vuestras. Gracias por pasar, 




Estela.

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