Swift

Fin de semana


El título del post me vale para todos estos últimos días porque de miércoles a viernes fueron mis días de descanso y luego sábado y domingo son los días libres oficiales de esta sociedad en la que vivimos, aunque luego no corresponda con la realidad y nos lleve a preguntarnos por qué nos pasamos la vida esperando a que llegue el viernes en vez de poder disfrutar todos los días y no sumamos en lo triste de nuestra existencia como producto del capitalismo que nos devora.


Demasiada intensidad para el principio de un texto no es propia de mi persona pero es que últimamente las conversaciones que tenemos durantes comidas y cenas giran entorno a lo mismo y tengo el cerebro que salta a la mínima. Parece que a Christophe no le gusta charlar de cosas cotidianas, consigue llevar todo a temas profundos sobre política, economía, ecología, historia… y todos ellos tratados de manera catastrofista. Al principio me parecía interesante escuchar su punto de vista y me sorprendía de algunos datos que aportaba pero con el paso de los días me está poniendo la cabeza como un bombo. Estás en el jardín disfrutando de vivir y cuando menos te lo esperas te cae un vídeo sobre conspiraciones rusas en francés.


El lado positivo es que estamos cogiendo oído y vocabulario a una velocidad impresionante, el malo es que nos queremos suicidar.


Pero bueno, dejemos todo esto de lado porque en realidad han pasado muchas cosas mejores que escuchar a este señor hablar y yo os las quiero contar. La llegada de Aloïs (ya sé escribir su nombre) ha sido lo mejor que nos podía haber pasado; ya hace una semana que está aquí y tanto Sergio como yo estamos encantados con él. El trabajo se hace mucho más fácil, los días más entretenidos y, para resumir, se le da bien todo en la vida.


De miércoles a viernes estuvimos los tres solos en casa sin apenas salir y aun así fueron unos días geniales. Sergio y yo no podemos irnos a sitios como nos gustaría porque la ventana del coche está rota y se baja sola, pero lo cierto es que hemos aprovechado para descansar y conocer los alrededores en bici. Esperamos tener el coche arreglado ya esta semana para poder viajar más en el siguiente WorkAway.


El jueves nos levantamos para descubrir una oca herida, no sabemos qué la ha atacado pero la pobre está hecha una pena. Estos días la hemos estado dando mucho amor y poco a poco va mejor, incluso ya llega solita al estanque. He conseguido que no tenga miedo e incluso me permite hacerle caricias, es una experiencia muy guay.

También estoy trabajando en que los pollitos me pierdan el miedo como podéis ver en la foto.


El sábado ya estaba Christophe aquí y nos hizo currar bastante. Pasamos el día cortando ramas en el jardín y limpiando las baldosas del porche, me dolía todo un poco de estar agachada frotando pero me hacía feliz pensando en que por la noche íbamos a salir al pueblo por primera vez. Y es que este finde había una feria y decidimos ir los tres con el coche de Alo, nos lo pasamos bastante bien aunque perdimos estrepitosamente al futbolín (ya os he dicho que lo hace todo bien este chico) y yo me quedé sin comer barbapapa - aka algodón de azúcar - porque decidí montarme en una puta mierda de atracción que casi me hace vomitar el kebab que me acababa de comer. Terrible, los 4 euros peor invertidos de mi vida. Si todo esto me pasa porque en realidad me estoy haciendo vieja, no me lo digáis que tampoco hace falta.


Dormí como un bebé, sobre todo pensando que hoy sería otro día de duro trabajo pero lo cierto es que sólo hemos tenido que limpiar la jaula de los conejos. Me he pasado la mayor parte del domingo en el jardín rodeada de gatos bebé, que es casi como estar en el paraíso si no fuese por el hecho de ser consciente de que estamos al borde de la guerra civil y no tener nada que comer en el plato de aquí a diciembre. Perdón por la chapa pero si yo sufro y vosotros me acompañáis, lo llevo mejor...


Estela.


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