Swift

Trabajadora pero no mucho

La semana empezó fuerte para los muchachos, que tuvieron que cavar un hoyo para meter una tubería desde la casa al estanque y luego volver a taparlo todo. Yo no pude ayudar mucho porque tengo cero unidades de fuerza física así que me dediqué a los animales, hacer la comida y descansar por ellos. Como me sentía un poco mal por ser tan inútil para el proyecto intenté coger un pico y una pala pero avanzaba tan lento que no merecía la pena tenerme en el equipo. Aunque no os voy a mentir, no me importó demasiado perderme la aventura de mover tierra bajo el sol.


Después de comer, Aloïs y yo acompañamos a Christophe a visitar a su amiga Helene, una señora suiza que vive cerca de aquí con un terreno enorme lleno de pájaros y que fue quien le recomendó usar WorkAway por primera vez. Me pareció una mujer encantadora, con 88 años vive sola y se encarga de sus animales, aunque tiene un vecino que le ayuda con los más grandes porque ella dice que ya está perdiendo las fuerzas.


Lo cierto es que la granja de Helene no me gustó demasiado porque está formada en su mayoría por jaulas para las aves. Son espaciosas y altas, con estanques dentro y cosas así pero yo sigo sin entender el placer de encerrar a los animales de esa manera. Obviamente no pasé mucho tiempo en casa de esta mujer, pero no hace falta demasiada imaginación para darse cuenta de que la interacción con sus animales debe estar muy limitada a alimentarlos una vez al día y mirarles desde fuera el resto del tiempo. Si fuesen rescatados que no pueden volver a la naturaleza por las razones que sea me parecería magnífico, pero lo poco que hablé con ella sobre el tema me dio a entender que los compra por gusto.


De todas formas me gustó conocer otra posible experiencia WorkAway y además tuve la oportunidad de acariciar la vaca con el flequillo más fashion del prado. Cuando volvimos a casa, Christophe nos preparó raclette y un pastel de manzana para cenar que sólo de recordarlo me entra hambre otra vez. También nos dijo que esta semana estaría fuera de martes a jueves, así que nuestro fin de semana se ha adelantó y eso siempre es bonito.


El martes aprovechamos la libertad para ir a conocer un pueblo cercano llamado Baume les Messieurs que tiene unas grutas visitables. Después de haber entrado en una de las cuevas más grandes del mundo cuando estuve en Vietnam, la verdad es que tengo pocas posibilidades de que algo así me sorprenda, pero al menos pasamos el día entretenido y estuvimos fresquitos un rato ahí dentro. El problema de la sequía que está sufriendo toda esta zona de Francia es que también ha dejado las cuevas medio secas y se supone que lo más bonito de ver eran unas cascadas que estos meses han dejado de existir. Es una pena ver las fotos del antes y del después, ojalá vuelvan pronto las lluvias y algún día tengamos la oportunidad de disfrutarlo en condiciones. Aquí Christophe hablaría de cómo el cambio climático va a matarnos a todos y, en este caso, yo solo podría darle la razón.



De momento para nosotros ha empezado la cuenta atrás para irnos de aquí así que vamos a centrarnos en disfrutar lo que queda, aka dar amor infinito a los gatos bebé y cuidar mucho de mi oca enferma que cada vez está más fuerte y creo que nos estamos cogiendo cariño mutuamente. A vosotros que me leéis también os quiero mucho y os llevaría al estanque en brazos si fuese necesario. Besitos de granjera,


Estela.

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